Pedro Antonio Curto (Desde España. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
El
26 de abril de 1937, un día de mercado en Guernica, donde la vida, a
pesar de la guerra, seguía con su parsimonia habitual, quedaría detenido
en el tiempo, convirtiéndose su nombre en metáfora histórica y
artística de la barbarie. Se acababa de inaugurar una época en que desde
el aire unos aviones atacan a una población civil indefensa sin más
objetivo que producir un terror insuperable para obligar a ceder al
contendiente utilizando a las personas como carne de cañón. Habían
existido antecedentes, como el bombardeo sobre la vecina Durango, y
existieron después, (a Granollers se le llamó el Guernica catalán) tanto
en la guerra española como la mundial, por parte de los alemanes y los
aliados (Dresde y Hamburgo...) hasta llegar a Hiroshima y Nagasaki con
la bomba atómica, la cumbre de este tipo de masacres. La barbarie ya
existía, pero la tecnología la hizo masiva y contundente; es la
tecno-barbarie. Y lo más grave es que aún continúa, aunque a veces se
disfrace de “daños colaterales” y con la suficiencia que muestran los
detentadores de esa tecno-barbarie, pretendiendo justificarlos diciendo
que se atacan objetivos militares y estratégicos.
En
el momento de producirse el bombardeo de Guernica no tuvo una gran
repercusión a nivel internacional, incluso fueron puestos en duda los
autores del mismo, la Legión Cóndor. Tuvieron que ser el tiempo y el
arte, quienes inmortalizaran aquel lunes de terror.
Mientras
tanto, en París, Pablo Picasso bostezaba sin ser capaz de concretar la
obra que le había encargado el gobierno republicano para la Exposición
Internacional de Artes y Técnicas de la Vida Moderna que se celebraría
en la capital francesa. El bombardeo de la villa vasca sería el impulso
emocional y artístico para que en poco más de un mes (33 días se dice)
construyese una de las obras que partiendo de un suceso concreto, se
convirtiese en metáfora universal contra la barbarie y la guerra.
Picasso
había escrito antes del bombardeo “Sueños y mentiras de Franco”,
sensibilizado por la actuación de las tropas franquistas, donde están
algunas de las ideas antecesoras que plasmaría en el mural: “la luz se
tapa los ojos delante del espejo,(...) gritos de niños, gritos de
mujeres, gritos de pájaros, gritos de flores, gritos de maderas y de
piedras, gritos de ladrillos, gritos de muebles, de camas, de sillas...”
En compañía de la fotógrafa Dora Maar, que sería una parte fundamental
en la realización de la obra, pues participó tanto en el cuadro siendo
el rostro de varias de la mujeres que aparecen, al mismo tiempo que
fotografío al pintor en su trabajo, mostrándonos una autentica labor
artesanal, donde Picasso concentró su cosmovisión creativa.
El
Guernica ha tenido y sigue teniendo muchas interpretaciones, pues el
autor nunca explicó sus significados concretos. Desde un comienzo tuvo
sus detractores, entre ellos el embajador español en Francia y las
autoridades vascas, hasta los partidarios del realismo social, muy
influyentes entonces, que señalaban su difícil comprensión para el
pueblo. Pero esas objeciones se han visto superadas por el tiempo,
Picasso supo ver más allá de un periodo concreto. Porque en el Guernica
está lo clásico (el Pegaso, la tragedia griega...)el cine de Eisenstein,
Goya, lo popular y aspectos personales que plasma con una visión
privilegiada, en un proceso de continúa creación, como dijo el artista:
“Uno no piensa y deduce de antemano. Mientras se está haciendo va
cambiando según cambia los pensamientos de cada uno. Y cuando está
terminado aún sigue cambiando según el estado de ánimo de quien lo
contemple”. La construcción poética de Picasso nos descubre unas
imágenes que pueden ser interpretadas desde varios puntos de vista, de
muy diversas maneras, e incluso una misma imagen contiene múltiples
significados. Lo que hizo el artista es abrir una ventana donde mostrar
un viento huracanado, exponiendo los diversos rostros de la tragedia, en
los cuales se puede entrar simbólicamente, a través de las figuraciones
que muestra.
La
obra Guernica marca un hito histórico al fusionarse de tal forma con el
tema tratado, que es imposible hablar del uno sin el otro, una continua
representación en la que dialogan hacia el futuro, como un grito contra
la guerra, convirtiéndose en bandera por la paz. Una bandera además,
dibujada desde una vanguardia artística capaz de conectar con millones
de personas y sucesivas generaciones. Porque el Guernica persigue la
emoción, pero no mostrando la simple visión de la tragedia, sino a
través de un proceso deductivo, con la inteligencia emocional.
Como
las obras que alcanzan esta trascendencia, estuvo llena de paradojas,
la dificultad de un pabellón español amenazado de no figurar en la
exposición internacional por la política de “no intervención”, y que
finalmente situaron cerca del pabellón de la Alemania nazi. Los verdugos
podían contemplar su destrucción, escuchar el grito de sus victimas,
aunque fuese a través del arte.
De
esta forma Picasso consiguió que el bombardeo de Guernica vaya más allá
del acontecimiento histórico específico y funcione como símbolo,
metáfora de otras barbaries, que por desgracia siguen produciéndose. Es
una de las pocas globalizaciones positivas, la globalización de la
memoria. Así el bombardeo de Guernica y el cuadro creado por Picasso
desempeñan el papel de tropos universal que permite abordar otros
acontecimientos lejanos, histórica y geográficamente, diferentes en
términos políticos, pero que guardan un común denominador: la
destrucción de población civil como estrategia de los poderes políticos y
militares que aún hoy continúa.
Y todo sucedió un día de mercado.
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